El Plan Estratégico 2011-2020 es uno de los acuerdos esenciales que deben tomarse en la Cumbre de la Biodiversidad de Nagoya. Debe ser la “hoja de ruta” que guíe toda la actuación del Convenio y de los países firmantes en los próximos 20 años.
El Plan tiene como visión a largo plazo vivir en un mundo en harmonía con la naturaleza. En 2050, la biodiversidad se conserva, se restaura y se usa sabiamente, sosteniendo un planeta saludable y ofreciendo beneficios esenciales para todas las personas.
Así, el borrador de acuerdo sobre el Plan Estratégico propone una Misión para el año 2020, que sea el verdadero motor del conjunto del Plan, pero está actualmente en discusión. Para Ecologistas en Acción, esta Misión debería dejar muy claro que en 2020 se debe de haber detenido totalmente la pérdida de biodiversidad, se deben de haber comenzado a restaurar los ecosistemas degradados y los recursos naturales se deben de usar sosteniblemente y los beneficios que se derivan del uso de estos recursos se deben repartir con justicia para erradicar la pobreza, incrementar el bienestar humano y asegurar el futuro de la vida en el planeta.
La Misión 2020, se desarrolla posteriormente en 5 objetivos estratégicos y 20 metas concretas
Durante los dos últimos días, y especialmente ayer jueves, se ha estado discutiendo en reuniones de pequeños “grupos de contacto” los diferentes detalles aún sin concretar, desde el nivel de ambición que debe tener la Misión del Plan Estratégico hasta los detalles de las metas operativas.
En cuanto a la Misión, resulta preocupante que hayan surgido nuevas versiones que proponen laminar la ambición del Plan Estratégico. Dos de ellas hablan de “reducir el ritmo de pérdida de biodiversidad en 2020”, pero no de detener la pérdida de biodiversidad. Es frustrante, asimismo, que la Unión Europea, supuestamente con una Estrategia europea de biodiversidad avanzada y ambiciosa, no haya sido lo bastante valiente para trasladar a la CBD este nivel de ambición. Por ello, en ninguna de las versiones de los documentos de trabajo se habla seriamente de restaurar los ecosistemas degradados. Ahora queda confiar en que, al menos, los países tengan la decencia de acordar para 2020 el objetivo mínimamente aceptable de detener totalmente la pérdida de Biodiversidad.
Los 5 Objetivos estratégicos son los siguientes:
- Enfrentar las causas subyacentes de la pérdida de biodiversidad situándola como un elemento central en los gobiernos y en la sociedad
- Reducir las presiones directas sobre la biodiversidad y promover su uso sostenible
- Mejorar el estado de la biodiversidad salvaguardando los ecosistemas y la diversidad genética y de especies.
- Mejorar los beneficios de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos para todo el mundo.
- Mejorar la implementación a través de la planificación participativa, la gestión del conocimiento y la formación.
Dentro de estos Objetivos, hay un fuerte debate en algunas de las metas concretas. Destaca por ejemplo la oposición de Canadá a que se plantee la eliminación de las técnicas de pesca destructivas.
Se discutió sobre qué porcentaje deben alcanzar las áreas protegidas en 2020: las versiones más ambiciosas hablaban de un 20% (actualmente está protegido un 14% del planeta aproximadamente, según UICN), mientras las más moderadas hablaron sólo del 15 % o incluso del 10% (¡lo que significaría desproteger espacios naturales!). En el mar abierto, se habla de un 6%, pero es una cifra claramente muy insuficiente. En este tema hay dificultades legales para establecer figuras de protección en aguas internacionales.
Japón propuso que Naciones Unidas declaren 2011-2020 como Decenio por la Biodiversidad.
Por su parte, los países menos desarrollados (especialmente África) reclamaron un objetivo global ambicioso, pero al mismo tiempo los recursos necesarios para llevar a cabo el Plan Estratégico.
También se generó un amplio y duro debate entre los partidarios de incluir la valoración de la biodiversidad en la contabilidad nacional (la mayoría de países occidentales apoyados por Colombia, México, etc.) y aquellos contrarios a otorgar a la biodiversidad únicamente monetario (básicamente Filipinas y el bloque del ALBA: Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Cuba). La discusión llevó a dejar claro que los valores de la biodiversidad no pueden ser únicamente económicos, sino que hay otra serie de valores (intrínsecos, sociales, culturales, etc.)
La presidencia belga de la UE, que habla en nombre de todos los países como un bloque monolítico, está teniendo un papel muy mediocre en este y otros temas, renunciando al liderazgo que le cabría esperar. En ocasiones, incluso, se alinea directamente con las visiones más conservadores y economicistas de algunos países como Canadá, México o Japón.
También es importante mencionar que Estados Unidos, aunque no es firmante del Convenio y por tanto no tiene voto, está desarrollando un rol de lobby de presión extraordinariamente potente, con llamadas directas a los jefes de algunas delegaciones y lanzando mensajes como que los acuerdos del CBD no deben condicionar las negociaciones de Cambio Climático. Recordemos el desenlace de la cumbre de Copenhague sobre este tema y el control antidemocrático sobre el proceso por parte de algunos países, EEUU entre ellos.
Por último, comentar que hubo una crítica generalizada al procedimiento con el que la presidencia suiza del grupo de contacto sobre el Plan Estratégico estuvo trabajando. En lugar de centrarse en los temas con desacuerdos, se volvió a analizar todo el documento y eso generó nuevas discrepancias. Incluso Japón como anfitrión en esta cumbre se quejó por el procedimiento.
Mañana viernes se debe reportar al Plenario el resultado hasta el momento de los grupos de trabajo, y será el momento de evaluar las posibilidades reales que de Nagoya salgan un conjunto de acuerdos positivos para la vida en la Tierra. ¡Nos jugamos mucho!
Consultar el documento de trabajo original sobre el Plan Estratégico AQUÍ (páginas 17 a 28). Se pueden ver los borradores provisionales de documentos de trabajo AQUÍ.
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